martes, 3 de marzo de 2009

Chema Madoz











(agradezco a Bea, que me acercó a este fotógrafo)

José María Rodríguez Madoz nace en Madrid, en 1958. Es uno de los más reconocidos fotógrafos españoles. En el año 2000 le fue concedido el Premio Nacional de Fotografía. Ha realizado numerosas exposiciones individuales, tanto en España como en el extranjero, y el conjunto de su obra, además de ser respetada por la crítica, está alcanzando unas cotas de popularidad impensables para otros artistas contemporáneos.

Amante del blanco y negro, su obra recoge imágenes extraídas de hábiles juegos de imaginación, en los que perspectivas y texturas tejen sus imágenes.

Madoz desplaza el sentido natural de los conceptos a otras comprensiones explotando al máximo sus capacidades simbólicas y resolviendo su discurso con figuras y tropos de honda relación con el lenguaje: analogías, metáforas, paradojas o metonimias visuales que ofrecen al espectador un juego de percepción poética y le exigen una colaboración activa.

En sus palabras: “La construcción de la mayoría de mis objetos está resuelta de mala manera… Bueno, me explico, quiero decir que están construidos para ser fotografiados. No tienen empaque, ni una presencia cuando los ves físicamente. No hay un acabado maravilloso, solo un aspecto de ellos que vas a fotografiar es lo que funciona”.
“Convivo con la poesía, aunque nunca he escrito una línea”. La obra de Madoz tiene una amplia vecindad literaria. Sus composiciones se acercan al poema minimalista y a la contraposición de imágenes poéticas que produce una explosión metafórica que evocan a los haikus orientales.

lunes, 2 de marzo de 2009

Museo Fotográfico Simik

(Texto extraido de ttp://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4974-2008-11-30.html)
Parece mentira que una ciudad tan fotografiada como Buenos Aires no tenga un museo de fotografía, si bien siempre hubo promesas y proyectos. Mientras tanto, en una esquina del barrio de Chacarita, el fotógrafo publicitario Alejandro Simik puso manos a la obra y creó su propio museo fotográfico poniendo en exhibición su colección personal. Su objetivo es prestar testimonio, de manera didáctica, de la evolución visual y técnica de este arte. El museo está fusionado con el Bar Palacio lo cual es una vuelta de tuerca interesante a la idea de tomar un café en un museo, ya que se vuelve literal: las mesas también son vitrinas, el cristal separa el pocillo de café de flashes centenarios y de las más de ochocientas cámaras en exhibición. Además, el bar ofrece los últimos números de la revista Foto digital y computadoras y libros para cualquier consulta. Declarado de interés cultural por la Legislatura de la ciudad (donde en su momento se exhibieron piezas de la colección de Simik), el museo ofrece actividades para entusiastas de la fotografía de manera gratuita, entre ellas: muestras mensuales de fotógrafos contemporáneos, conferencias, clases abiertas, cursos, y pone a disposición pública un laboratorio y un estudio fotográfico publicitario. Si uno recorre el museo notará que todo espacio fue ocupado, que cada lugar en el que se pudo poner una cámara, un proyector, o una foto, fue aprovechado. Sin embargo, Simik asegura que tiene más de mil cámaras sin exhibir y más de veinte mil fotografías guardadas, pero no sólo eso, sino que en muchos casos pudo rastrear la historia personal de alguna cámara del local, o de alguna foto antigua y reconstruir su pasado, aportando a la reconstrucción de una parte fundamental de la historia de la ciudad. Pero si bien le gustaría compartir esto con los visitantes, la realidad es que por cuestiones de espacio no puede hacerlo. Mientras tanto, el enorme esfuerzo de Simik fue agradecido por los vecinos: el museo es motivo de orgullo del barrio.
El Museo Fotográfico Simik está en la Avenida Federico Lacroze 3901 (Esquina Fraga).Abre de lunes a sábado de 7 a 24. Contacto: 4554-3903.www.museofotograficosimik.com

domingo, 1 de marzo de 2009

Punctum 3


Un hombre camina incómodamente por una ciudad lluviosa. Los reflejos en el piso y en los vidrios me transmiten la frialdad del día (hasta es posible que lo del suelo sea granizo). Este pobre individuo se defiende como puede de las inclemencias del clima, como a todos nos ha pasado alguna vez.

Pienso que Cartier Bresson tuvo una facil captura aquel día. Si bien es muy grata la combinación entre la verticalidad de la toma y la diagonal trazada por los círculos viales, no es en esa armonía donde se posan mis ojos:
La foto está dividida por un tronco que se extiende de manera molesta, fuera de foco, y es justamente allí donde se distingue de una toma común. El hombre que camina en la lluvia vé, como una víctima indefensa, al fotógrafo que está detrás de ese tronco. Desconoce su intención y es natural que sienta la incomodidad de quién ve invadida su intimidad.
El hombre vé al fotógrafo y ahora, a través de su vista, lo vemos nosotros también.