martes, 27 de enero de 2009

Punctum 1


Tomamos la foto entre nuestras manos. Dirigimos la mirada hacia formas, luego reconocemos en ellas a seres humanos. A continuación la mirada se enfoca en los ojos, como el elemento más pregnante, más reconocible a nivel emocional. Entre los instantes que nos llevó desandar este recorrido han pasado nosotros muchos sentimientos.

Este momento fue captado por mi padre, y las mujeres que aparecen entre las sombras son mi tía y mi abuela. Están absortas en el contenido de una carta e ignoran al fotógrafo. Mi padre es una persona de una notable cultura visual y si bien nunca se dedicó a la fotografía nos deleitaba periódicamente con estas imágenes. Esta en particular es una de las que más me gusta y mi intención es contar qué es lo que me pasa cuando me quedo observándola, a manera de ejemplo para los amigos que deseen subir sus fotos al blog.

Si bien las miradas toman la fuerza necesaria para captar mi atención, lo que me punza de esta fotografía en la mano de mi tía. Con una posición tomada del teatro clásico esta sosteniendo con firmeza un elemento irreconocible (tal vez un pañuelo), y en esa sujeción veo el contenido emocional de la carta. Ignoro quién la escribió y de qué trata, pero veo en esa mano apretada las palabras de un ser querido, la calidez con que se acerca a alguien que está lejos.

La oscuridad casi omnipresente es la figura, y es la que en este caso dibuja, en su ausencia las manos y los rostros de las protagonistas, dándole un contenido aún más dramático, como figuras que van apareciendo tras un telón. Parece ser que la luz emana de la carta misma. Y si no fuese por esa superposición de sombras el caracter teatral de este instante no sería tal.

Me encanta la expresividad del blanco y negro y esta en particular es una fotografía de una sencillez y un contenido emocional que creo (y espero), excede la familiaridad que me toca.
Espero que les guste.

Un Cuento de Italo Calvino


LAS CIUDADES Y LOS OJOS.


Los antiguos construyeron Valdrada a orillas de un lago con casas todas de galerías una sobre otra y calles altas que asoman al agua los parapetos de balaustres.

Así el viajero ve al llegar dos ciudades. una directa sobre el lago y una de reflejo invertida. No existe o sucede algo en una Valdrada que la otra Valdrada no repita, porque la ciudad fue construida de manera que cada uno de sus puntos se reflejara en su espejo, y la Valdrada del agua, abajo, contiene no sólo todas las canaladuras y relieves de las fachadas que se elevan sobre el lago, sino también el interior de las habitaciones con sus cielos rasos y sus pavimentos, las perspectivas de sus corredores, los espejos de sus armarios.


Los habitantes de Valdrada saben que todos sus actos son a la vez ese acto y su imagen especular que posee la especial dignidad de las imágenes, y esta conciencia les veda abandonarse por un solo instante al azar y al olvido. Cuando los amantes mudan de posición los cuerpos desnudos piel contra piel buscando como ponerse para sacar más placer el uno del otro, cuando los asesinos empujan el cuchillo en las venas negras del cuello y cuanta más sangre coagulada sale a
borbotones más hunden el filo que resbala entre los tendones, incluso entonces no es
tanto el acoplarse o matarse lo que importa como el acoplarse o matarse de las
imágenes límpidas y frías en el espejo. El espejo ya acrecienta el valor de las cosas, ya lo niega No todo lo que parece valer fuera del espejo resiste cuando se refleja. Las dos ciudades gemelas no son iguales, porque nada de lo que existe o sucede en Valdrada es simétrico: a cada rostro
y gesto responden desde el espejo un rostro o gesto invertidos punto por punto.


Las dos Valdradas viven una para la otra, mirándose a los ojos de continuo, pero no se
aman.


(del libro "Las ciudades invisibles", Italo Calvino

viernes, 23 de enero de 2009

Fotos Viejas, de Roberto Fontanarrosa (Nada del otro mundo)

(Collage de Pablo Bernasconi)
Mirá Merce, mira ésta qué linda... Acá está Rosi, mira qué bien está. ¿Cómo cuál es? ...ésta, ¿cuál va a ser? ...la que tiene esa especie de bonete en la cabeza... Bueno, todas tie­nen esa especie de bonete en la cabeza, se ve que era una fiesta. Claro, era en la casa de Zulema, un cumpleaños. Rosi debía tener acá doce, trece años. A ver... no, no dice nada acá atrás... porque a algunas fotos yo les ponía la fe­cha detrás. No, a ésta no le puse nada. ¡Qué tonta!

Y ésta... ésta parece en Tanti ¿no? Sí, debe ser en Tanti ¿no ves los árboles? Sí, es Tanti. ¡Qué foto chiquita! No sé por qué antes sacaban fotos tan chiquitas, Rosi está con una amiga, parece Laura, la hija de Dora, de Dorita... Fue el año de la epidemia de poliomielitis, por eso habíamos mandado las nenas a Tanti.

Y éstos... ¿quiénes son?... Ah, es Polo, es Polo mi mari­do, ¿ves Merce?... ¡éste, Merce! ¿cuál va a ser? El de la campera de cuero. Está gordo acá. El otro es Glorio, el de poncho. Claro... Glorio, el esposo de Beba, era muy amigo de Polo, Siempre tan bien puesto Glorio. Lindo tipo de hombre.

¡Ay, acá qué chiquita Rosi! Mira, parece una muñeca. Era una muñeca Rosi cuando chiquita. Esos ojos, los bu­cles... éstos, éstos son los bucles, Merce. ¿Vos no ves bien? ¿Querés los lentes? Parece mentira que fuera tan chiquita ¿no? Era una preciosura, siempre me decían. No como Graciela, pobrecita. Gracielita siempre fue más feúcha, más poquita cosa, pobrecita. O será que al lado de Rosi no lucía tanto, no sé...

Acá estoy yo... ¡Ay, por favor, qué gorda que estaba! Es en la pileta del club. Del club Huracán, Merce... claro... Las otras chicas no sé bien quiénes son. Ha pasado tanto tiempo. Esta puede ser la chica de Medrano, pobrecita, que murió hace poco. Una chica muy inteligente, muy bien. Mirá cómo se usaba el pelo en esa época. ¡Ah, no! ¡Lo que pasa es que yo estaba gruesa de Graciela! Claro... si no po­día ser que estuviera tan gorda. Yo tenía una linda figurita. Sí, porque Rosi ya tenía tres añitos para cuatro cuando yo encargué a Graciela. Acá la han manchado con birome, pa­rece. Alguna de las chicas, Graciela seguro. Rosi no era de hacer esas cosas. Siempre fue más juiciosa.

Acá están las dos... ¿ves, Merce? ¿Ves Mercedes? Rosi y Gracielita. Y éste es el nene de Tola, éste de acá, el Ma­riano, que era la piel de Judas ese chico, ay, por favor... ¿No ves lo que te digo?... ¡Cómo se nota acá!... Rosi es más bonita, ya desde chica era más bonita, más graciosa. ¿No ves la nariz de Gracielita? Sacó la nariz del abuelo... ¡Lo que sufrió esa chica por la nariz hasta que se operó!... Pero no quedó muy bien. Polo no la quería operar por na­da del mundo... ¡ésta es la nariz, Merce!... La boca, la na­riz... Feúcha, pobre ángel...

¿Y ésta?... esta chiquita... no sé, parece que la hubie­ran cortado. Debe ser un pic-nic, será en Acebal, no sé... Sacan cada foto a veces...

Ahhh... acá estoy yo, ésta fue una fiesta en el Círculo de Aviación, ésta es la que yo te decía, Merce... Acá está Cuca, ésta, la de lentes negros, siempre tan elegante Cuca, tan arreglada, tan peripuesta. Y el de atrás es el gordo Santanbrossio, que fue socio del papi mucho tiempo. ¡Ay, mi­rá, acá está mamá! Claro, ésta es mamá... ¿Qué tiene en la cabeza? Un turbante, no sé... se ponía cada cosa en la cabe­za... Y éste ¿ves? éste, pobre, es Marcelo. Ya acá estaba mal ¿ves? ya estaba muy desmejorado... ¡Cómo se ponen amarillas las fotos! Yo no sé por qué se ponen amarillas.

Tía Ernestina... esta foto es del tiempo de Ñaupa... Que linda era tía Ernestina... Bah, no era linda pero era una mujer muy interesante. La que era linda era Morocha, la melliza de ella, que murió tan joven, pobrecita... una bronconeumonía, una cosa así, una de esas enfermedades que había antes, no me acuerdo mucho. O tifus habrá sido. Fue terrible, una tragedia...

Esta es la que te quería mostrar... la de la fiesta de gra­duación de Rosi. Acá no salió muy bien, qué raro, se ve que el fotógrafo la ha tomado mal, está cerrando los ojos... Esta que la tiene agarrada del brazo es Marilú, que prácti­camente hizo todos los estudios con ella... ¡Ah, las compa­ñeras la querían muchísimo! La adoraban. Tan buena alumna, tan aplicada, tan mujer en sus cosas. Y una chica tan estudiosa, nunca se llevó una materia a rendir. Bueno, yo creo que Polo la mataba si se llegaba a llevar a rendir una materia. Polo era muy estricto con el estudio. Pero Rosi jamás de los jamases se llevó una a rendir. Excelente alumna, de una conducta impecable... Cerró los ojos la tonta.

¡Ah, qué chiquito era el negrito acá!... Una fiesta en la casa de Morocha, la que lo tiene alzado es Leonor, la mu­jer que trabajaba en lo de Moro. Trabajó mil años... Y acá atrás está Lucrecia, comiendo, como siempre... ¡así está ahora, si la ves no lo podés creer!... ésta, ésta es Lucrecia, Merce... Ese que vos decís es Antonio, que era bastante borrachín. Buenazo, pobre, pero tan poca cosa...

Gracielita disfrazada... haciéndose la payasa... De chi­quita y ya de más grande le gustaba mucho hacerse la pa­yasa... Yo no sé, tal vez para llamar la atención... Es cierto que nosotros nos volcamos siempre mucho a Rosita pero, hay que ver que Rosi era la primera y un encanto de chica. Con Gracielita siempre fuimos mucho más liberales. Polo, incluso, que era tan severo con la mayor. Y así resultó, Gracielita ni siquiera terminó los estudios... ¿Gracielita? ¡No, no terminó los estudios! Fue un disgusto tremendo que tuvo Polo. No sé si eso no le produjo la hemiplejía, pero Gracielita no terminó los estudios. En realidad no terminó nada de lo que empezó. Rosi completó Declama­ción, Inglés, Francés, todo, y siempre bien. Graciela no... más vaga, más indolente... Parece mentira, dos chicas tan distintas... Siendo hermanas, digo...

Mirá esta chiquita... Polo junto a un auto... Es raro, nunca tuvo auto. Y con sombrero. Poco o nada usaba som­brero, es muy petiso para sombrero. Aunque antes se usa­ba. Parece acá en Rosario ¿no?... éste es el auto, Merce, és­te...

Mirá qué raro, Rosi con vestido de fiesta... Ah, no... ¡qué tonta!... Es la fiesta de quince... Porque a ella nunca le gustaron mucho los bailes. Es cierto que a nosotros nunca nos gustó demasiado que ella fuera, tampoco. No sé... siempre con Polo fuimos tanto de tenerla controlada, de saber dónde estaba... Mirá las cosas que ocurren ahora, que los padres ni saben dónde están los hijos... Con Gra­ciela fuimos más elásticos, debe ser que con los hijos me­nores es así. Con el primero una tiene siempre más cuidados. Graciela iba siempre a los bailes, a esos asaltos, era más alocada. Buena, pero más alocada. Rosita no, siempre con nosotros, que hasta yo le decía: "Salí nena, anda a to­mar un helado, a dar una vuelta, cualquier cosa". Pero no era de salir, le temía un poco al control del padre. Me pa­rece mentira que ahora esté en Europa, tan lejos ¿no?

Ah... mirá Tola... ¡Qué loca era Tola! Siempre tan mandona, tan tipo sargento de caballería. Muy enérgica, muy tirada para atrás. El Negro siempre la cargaba. "Sar­gento de caballería" le decía. Nos hacía reír Tola. Tenía algunas salidas, algunas ocurrencias...

Estas son de las últimas... Gracielita y el marido, antes de irse de luna de miel a Europa. ¡Se casó muy bien Gracielita! El muchacho es bioquímico, una eminencia, mirá vos. Un muchacho muy serio. La llevó a Europa de viaje de bodas. Mirá qué suerte...

Y ésta, ésta es la que te quería mostrar, Merce... Me la mandó Graciela desde allá, parece que es sacada de una revista ¿no? parece cortada de una revista. Me escribía que es de Suecia o Noruega, o uno de esos países de por allá... ¿ves Merce?... ésta es Rosi, se ve claramente que es Rosi, y está con un negro, ves, parece un negro... Esta es la pierna del negro... y esto... esto... no sé... esto debe ser el brazo del negro... ¿no?... esto digo yo, es algo confu­sa... ¿ves Merce?... esto te digo... ¡También, mirá a quién le pregunto!... Esto seguro que es un brazo, y esto es la pierna de Rosi, una de las piernas, y el negro está como trepado, no sé... Es rara, rara la foto, se la ve contenta a Rosi, ella me escribía que estaba muy bien allá, estaba chocha... Acá hay otra pierna...

Acá está Polo con el Sultán, pobrecito. Lo tuvimos como once años. De cachorro era un pompón, me acuerdo... ¿ves Merce?... éste, Merce, éste es Polo... Sí, no era de sonreír mucho, pero date cuenta que ésta es de des­pués de la hemiplejía... ¿ves Merce?...

jueves, 22 de enero de 2009

Fotografía cíclica



"Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de las 1.001 Noches, cuando la reina Shabrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a referir textualmente la historia de las 1.001 Noches, con riesgo de llegar otra vez a la noche en que la refiere, y así hasta lo infinito. Imaginé también una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un capítulo de los mayores..."


El jardín de los senderos que se vifurcan (Fragmento), Jorge Luis Borges 1941

La fotografía es de Duane Michals, de 1973

martes, 20 de enero de 2009

Henri Cartier-Bresson (1908-2004)





El Cazador de Instantes:







Uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, nació en 1908 en Chanteloup Francia, en una familia de clase media. Su formación artística se basa en estudios de pintura y literatura en Cambridge. La fotografía comienza seducirlo desde revistas deportivas alemanas y francesas de los años 30. Adquiere en 1932 una cámara Leica con un lente de 50mm , que pinta de negro para facilitar su intención de pasar desapercibido.

«Yo me identifiqué mucho con los anarquistas españoles e intenté ayudarlos en lo que pude». Comprometido con la situación politica de Europa registra la Guerra Civil Española, antes de participar activamente en la Segunda Guerra Mundial contra el eje: «Fui un prisionero de guerra, me detuvieron los nazis tres veces y las tres me escapé», decía orgulloso.

Cofundador en 1942, junto a Robert Cappa y David Seymour de la Agencia Magnum. Recorrió Europa, Asia, Africa y América Latina, inmortalizando con su Leica personajes y momentos históricos claves. Sus expresivas fotografías son en blanco y negro y no conciben retoques o reencuadres de laboratorio.

"Ser un fotógrafo conocido es una forma de poder y yo no la deseo". Abandonó finalmente su extraordinaria labor fotográfica sin haber publicado un portfolio, pero legando una exquisita colección de fotografías que fueron editadas en muchos libros. Fué su amigo y editor de arte Tériade el que lo convenció de dedicarse a la pintura: "Has hecho cuanto podías hacer en fotografía; en ella, sólo podrás venir a menos. Deberías volver a la pintura y el dibujo". Henrí no desoyó el consejo y siguió pintando y evadiendo reportajes has el final de sus días en 2004.

"La fotografía es la acción inmediata; el dibujo es la meditación. Aquella es el impulso espontáneo de una atención visual perpetua; capta el instante y su eternidad. En éste, el trazo elabora lo que nuestra conciencia pudo captar de ese instante. Al dibujar, disponemos de un tiempo; no así cuando fotografiamos"

lunes, 19 de enero de 2009

Julio Cortázar ("Las babas del diablo")

"Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros (...)"

Julio Cortázar (fragmento del cuento "Las babas del diablo")
Fotografía tomada en 1936, de un Cortázar siempre niño, de manos gigantes, una descansando en la otra.